viernes, 28 de agosto de 2009

Coloretto



La primera en la frente! Si antes digo que puede ser que no pueda llevar una periodicidad semanal en esta sección, antes fallo. Pero bueno, vayamos al lío...
Hoy toca hablar del Coloretto!


El Coloretto es un juego ideal para gente que no suele jugar a este tipo de juegos. Vamos para gente que no sea friki, ya sabes, la típica persona que se pinta la cara todos los domingos para ir al fútbol, la que necesita saber si Belén Esteban tiene novio o no o la que tiene 50.000 amigos en el Facebook... Pero bueno, estoy divagando...

Como iba diciendo, es muy sencillito. Yo lo descubrí buscando un juego con el que jugar con mi madre y mi hermano en vez de la típica partida de cartas de la baraja española. Y la verdad es que les gustó.

Pero, de qué va el juego? Pues de juntar colores. Es un juego de cartas, en el que la baraja se compone de cartas de colores, comodines y +2. Gana el que tenga más puntos al final del juego. Eso se consigue juntando el máximo de cartas de 3 colores distintos, evitando coger más de 3 colores, porque si no, estos colores de mas nos restarán puntos en la misma proporción que los otros suman.

Las cartas se cogen por filas. Dependiendo del número de jugadores, habrá el mismo número de filas en las que se pondrán cartas (una por jugador) o se llevarán la fila para su mano (para juntar colores). Pero no se pueden llevar las filas sin menos de 2 cartas y no puedes poner más de 3 cartas en una misma fila.

Y ya está! Eso es todo!
Pero,...qué me acabas de contar??? Pero no me dijiste que era sencillo???
Pues sí, de hecho, me encanta enseñar a jugar a este juego en especial, porque después de 2 rondas donde el iniciado no se entera de nada, ves como se le enciende la bombilla y se le ilumina la cara y te empieza a fastidiar la partida que tan bien llevabas encarrilada, poniendo colorcitos donde más te jode... Es un must-have!



Lo mejor: Sencillez!
Lo peor: No es un juego para echar toda la tarde con él.

Nos vemos (espero) para la semana con otro must-have: Carcassonne.

edu!

martes, 11 de agosto de 2009

Jugando con edu!


¿Que cómo llegué a ser considerado el experto en Eurogames (juegos de tablero y cartas) dentro de la asociación Mixtura? Bueno, aparte de que no hay nadie más, pues gracias al chantaje. Chantaje, puro y duro. Quiero decir, ¿habéis visto El Padrino? Al Padrino no se le puede negar un favor, ¿no?
Pues a mi me lo pidió la cúpula directiva de la asociación... Fue dentro de una charla informal, de la que apenas me quedan ya marcas físicas. Lógicamente, la respuesta fue positiva, porque estoy entusiasmado con la propuesta. Yo, soy experto en algo, por primera vez en mi vida!

Aunque bueno, si lo piensas seriamente, soy una persona que desde pequeño ha jugado a todo tipo de juegos de cartas, desde la Brisca al Robauvas, pasando por el Desconfío, el Tute, Póker,...
Eso sin contar con los Juegos Reunidos que les destruí, a base de uso, a mis hermanos mayores. Más juegos que les robé a mis hermanos serían el Combi 5-2-5, Zaxxon, Palé o el Misterio; hasta que por fin, fuí lo bastante mayor como para que me regalaran mis propios juegos, como el de los barquitos (mi versión es el F-5 Hundido), el Cruzada Estelar (algo que sorprenderá a los que me conozcan), Trivio 6000 (si, es una copia del Trivial), Pictionary, Trivial Pursuit (si, el de verdad)...
Pero entonces seguí creciendo, hasta el punto en que después de una larga temporada sin jugar, volví a comprarme Eurogames.

¿Por qué volví?

Porque tenía ganas y porque descubrí una pequeña joyita dentro de este tipo de juegos; El Coloretto.

Puede que no sea el experto que buscabas, ya que tengo un gusto muy definido dentro de los juegos (me gustan cortos y sencillos), pero desde este púlpito, que tan generosamente me cede la asociación, voy a hablaros, espero que regularmente, de juegos que me hayan llamado la atención últimamente. Y puede que llegado el caso, de algún clásico que me apetezca recordar o sacar a la luz.
Y, a no ser que la cúpula directiva diga lo contrario, la semana que viene empezamos con las reseñas, como dije antes, de una pequeña joyita, el Coloretto.

edu!

martes, 4 de agosto de 2009

Informe apocalípsis




La mañana era fría, pese al tímido sol que intentaba, con poco éxito, calentar las afueras del asentamiento abandonado. Tierra baldía, pensaba el coronel Colm Corbec mientras tomaba posiciones en un edificio ruinoso. Si no fuese por los nodos de comunicaciones perdidos en los alrededores, no valdría ni el combustible que habían gastado en llegar hasta allí… Pero así, este trozo de nada era merecedor incluso de la presencia de las poderosas Legio Titanicus. El destello metálico en el horizonte resultaba tranquilizador: uno de los Princeps, al mando de un gargantuesco Titán (Era de los pequeños, le habían dicho. Sólo para exploración… No alcanzaba a imaginar el tamaño de los mayores…), acompañaba a los refuerzos que dirigía el comandante Raimor. Y ya pronto estarían allí, cubriendo la plataforma de aterrizaje para poder llevar allí al apoyo técnico del tecnosacerdocio marciano. Ya podía ver la avanzadilla tomando posiciones. Pronto podría irse de semejante agujero dejado de la mano del Emperador…


Tardó un momento en darse cuenta. Con un juramento quemando sus labios pidió sus magnoculares, y ya los tenía sobre los ojos antes de que el soldado Milo pudiese soltarlos ¿Qué estaba pasando, en nombre de Feth? No podía ser, pero las fuerzas de Raimor… Sí, no cabía duda: no estaban formando un perímetro defensivo. Estaban asegurando las posiciones para un avance. Un asalto contra las posiciones del 1º de Tanith.



—Coronel Corbec del 1º de Tanith a Defensa de Val Minoris —su voz transmitía tal urgencia que el soldado Raglon amartilló el rifle láser tras tenderle el auricular a su comandante, contagiado por su aprensión—. Tenemos contaminación en el sector 3-3 norte. La compañía del comandante Raimor debe considerarse hereticus. Prepárense para la defensa…
Comprobó con satisfacción que el Maestro artillero asignado a su compañía ya estaba en el piso superior, tecleando diligentemente coordenadas en su cogitador augmético, al tiempo que el rugido de los motores anunciaba el movimiento de los impresionantes Leman Russ alrededor de las ruinas. Y, mientras pedía a Raglon contacto con el mando en órbita y con el coronel comisario Ibram Gaunt, pudo oír como el primero de los Baneblade avanzaba tras su posición, hacia el muro de trincheras que enfilaba el sector 3-3.
Entonces vio a los orkos. Y se desencadenó el infierno…


Las tropas de infantería avanzaron alrededor del coronel comisario Ibram Gaunt, saltando por encima de las barreras fortificadas mientras se desperdigaban por la llanura para ocupar posiciones enfrente de la inmensa horda mecanizada que se aproximaba. A su derecha, un Leman Russ Vanquisher bordeó el asentamiento de mando de Corbec buscando una posición de tiro adecuada. Gaunt sabía que los pielesverdes se les echarían encima en un instante, pero no dijo nada. No era momento de desanimar a las tropas que veían el camino abierto con viejas historias acerca de la velocidad de los destartalados vehículos orkos. No cuando al frente de los enemigos del Emperador avanzaba un gigantesco Pizoteador que despedía destellos de uno de sus enormes optoacopladores… ¿O era otra cosa?




Con un silbido apenas audible se desplegaron frente al avance orko pantallas de humo oscuro que impedían toda visión por parte de las tropas imperiales. Ni siquiera los sensores auspex de los Leman Russ podían detectar ya rastro alguno de sus enemigos… Los canales de comunicación se llenaron con el barboteo de los sargentos de escuadrón pidiendo instrucciones. Gaunt ordenó una reasignación de objetivo a todos los oficiales, por lo que las tropas herejes del comandante Raimor se encontraron de pronto con una auténtica batería de cañones apuntando hacia ellos. Apenas tuvieron tiempo de ocultarse tras sus trincheras antes de que el fuego comenzase a llover sobre ellos… Sólo la artillería de retaguardia pudo alcanzar las posiciones de los orkos, más por suerte que otra cosa, gracias a las coordenadas transmitidas por el Maestro artillero minutos antes.
Y entonces llegaron los Adeptus Astartes. La petición de ayuda fue respondida por las barcazas de Templarios Negros en órbita, y empezaron a cubrir el campo imbatibles vehículos de asalto Land Raider, con los espíritus máquina ya despiertos, cápsulas de desembarco repletas de Iniciados y Hermanos de Armas… Y una aeronave Thunderhawk de apoyo que se presentó eliminando la artillería móvil Basilisk traidora y batiendo al Tîtán Warhound que ya preparaba sus megacañones de plasma para dañar a los servidores del Emperador.

Pero nada de esto fue suficiente. El Titán seguía en pie, y todavía quedaban herejes en sus posiciones cuando el humo empezaba a despejarse. Y ahora volvían a ser visibles los orkos, avanzando sobre sus rugientes máquinas contra el asentamiento abandonado.
Y aún quedaban enemigos por entrar en batalla, los más terribles de todos: con una oscuridad sobrenatural, aparecieron justo enfrente de las líneas de batalla imperiales incontables engendros demoníacos, seres obscenos cuya mera existencia era un insulto al propio Emperador, cuya presencia bastaba para enloquecer a los hombres. Para enfermarlos con los miasmas putrefactos que precedían su formación desde la materia protoplásmica que rezumaba desde la disformidad en un universo desprevenido ¿Qué pacto maligno habían sellado esos malditos herejes para contar con semejantes aliados? ¿Qué podían haber prometido los orkos a los dioses del Caos para contar con el beneplácito de su mirada y la ayuda de cuatro grandes demonios? Incluso la propia Máscara, heraldo de la entidad bautizada por los eldars como Slaanesh, apareció sobre el campo de batalla para hacer bailar a los hombres al son de la flauta ultraterrena que hacía sonar sin que pudiera registrarse sonido alguno. Y el ser conocido como Padre de Plagas en los archivos del Ordo Malleus también estaba allí, rodeado por una nube de moscas purulentas y un hedor que se extendía obedeciendo, hubiera jurado el sargento Caffran, a los chasquidos de su lengua enfermiza. Y dos escuadrones de soldados capaces y competentes cayeron, sus cuerpos convertidos en llagas infectas, sin un ruido ni una oportunidad ante la mera contemplación de tal horror.



Los refuerzos imperiales no se hicieron esperar. El tanque superpesado Baneblade del coronel Furst llegó rodando y con todos sus cañones disparando, impactando varias veces al Pizoteador al tiempo que los francotiradores intentaban regresar a su posición, pasada la confusión causada por la aparición de los demonios. Al menos seguían con vida, a diferencia de la unidad ratling, pillada en el asalto del Kaudillo orko… Pero no todo iba bien, pues tanto el Pizoteador como el Warhound seguían en pie, y los rayos tractores magnificados de la creación orka hacían volar de un lado a oro del campo los imponentes tanques imperiales, que caían unos encima de otros con chirridos y explosiones. Y las hordas de demonios seguían avanzando, protegidos de los disparos por una oscuridad preternatural. Sólo los Templarios Negros, desconocedores del miedo, osaban enfrentarse a ellos en combate cuerpo a cuerpo…
El mariscal Wolfram von Eschenbach clavaba repetidamente, aunque de manera infructuosa, sus cuchillas relámpago en una abominación disforme mientras daba órdenes por su canal de voz interno para que los Iniciados bajo su mando tomasen la posición enemiga. Y la respuesta llegó con el rugido de los motores de las motocicletas que llevaron a los ángeles de la muerte al contacto con los traidores herejes, hasta descubrir que incluso un miembro del Ordo Malleus había sido corrompido… ¿Cómo habían llegado las cosas hasta este punto? Tan grande era la corrupción del Caos que incluso los ogretes herejes parecían extrañamente hinchados, con pústulas anormales en sus brutales rostros…

La Thunderhawk, secundada ahora por un transporte Valkiria, cruzó el cielo en busca de nuevos objetivos. Pero el coronel Corbec no miraba ya al cielo, sino a la matanza bajo sus pies. Reagrupando su escuadrón de mando (tuvo que arrancar casi literalmente al médico del cadáver ensangrentado del Maestro Artillero), se dispuso a bajar de su atalaya al encuentro de la ofensiva orka que acababa de verse frenada justo frente al edificio cuando el operador de radio del mayor Rawne pidió a las baterías de artillería pesada fuego sobre su propia posición, utilizando su propia comunicación como baliza para los letales proyectiles. Un minuto antes había visto caer al mariscal de los Templarios Negros, con heridas a las que, estaba seguro, ningún ser humano podría sobrevivir. Gaunt había dejado de transmitir y en su frecuencia sólo se oían aullidos animales. Y el mayor Kolea informaba de Templarios disparando a sus propias tropas al ritmo de la Máscara de Slaanesh… ¿Un nuevo caso de posesión o una traición permanente? No osaba pensar eso de los Adeptus Astartes, pero la última comunicación del sargento Mkoll lo situaba tras las líneas enemigas, en combate con una unidad que identificó como Ángeles Oscuros. Y Mkoll tenía la mala costumbre de acertar. Sobre todo a la hora de dar malas noticias. Además, por su enlace de voz pudo escuchar ruido de blindados a la carrera. Y Mkoll estaba demasiado lejos de las destrozadas fuerzas mecanizadas aliadas, justo debajo de los pies del Titán traidor…
Los nobles orkos agitaban gigantescas garras de combate frente a él mientras esperaba los pocos refuerzos que le quedaban para el asalto. Y, mientras comprobaba que su espada de energía estaba funcionando correctamente, el coronel Colm Corbec pensó que sería un milagro preservar incluso la mitad de los nodos de comunicación. Sí, un milagro del Emperador…


Bedivere